Geografías y abismos
I
Porque tú y yo en algo nos parecemos, y sabes que de poco sirven las palabras cordiales cuando el cielo aprieta como una angustia y un temblor nos sobrecoge el pecho. Tú y yo en soledad nos parecemos como dos perros que rastrean un calor cómplice que habita en nuestro cuerpo.
II
Llegaré a la estación con el primer aire apenas erguido sobre mis piernas. Por suerte (extraño gozo) hace poco que llegaron los pájaros de alegre vuelo. Rasgan la luz y hacen cabriolas. Un mundo nos separa, pero es entonces cuando, por un instante, renace la mirada fugitiva.