Entrevista a Fernando Arrabal

Dramaturgo

Hasta los más jóvenes lo conocen y lo recuerdan hablando de milenarismo en el programa de Sánchez Dragó. Premio Mariano de Cavia, Premio Nadal, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional de Teatro,… A sus 92 años, Fernando Arrabal atiende a mi llamada y me responde con breves notas, sugerentes y de un surrealismo desbordante.

Juan Alberto Vich— Hace poco, me decía en un mensaje: “Tengo tantas ganas de vivir / Estoy tan cerca del final” … Toda su existencia la ha pasado subiendo escaleras hacia un mayor saber. ¿Qué reflexiones le son sugeridas al echar la vista peldaños atrás? ¿De qué manera concibe su paso, tan lleno de vivencias?

Fernando Arrabal— Cuando ceso de inventar, ¿retrocedo?

J. A. V.— Hablábamos de ese ascenso por la escalera que no tiene fin, pese a intentar coronar la cima. Esto podría generar un hastío o frustración en muchos, animándolos al abatimiento; sin embargo, en usted se percibe una rebeldía adolescente y admirable, que ruega continuar por mucho tiempo. ¿Qué interpretación tiene acerca de su propia —y esperamos todos, muy lejana— muerte?

F. A.— Los pilotos ciegos tienen la “hoja de ruta” de su avión, ¿en braille?

J. A. V.— Ha tenido la suerte de vivir rodeado de las mentes más brillantes del último siglo: Duchamp, Tzara, Breton, Magritte… Sabiendo lo que pudieron suponer dichos encuentros y que ha continuado organizando muchos en su casa (a los que han acudido, entre tantos y de manera habitual, Kundera y Houellebecq), ¿qué le parece que la práctica de café y tertulia esté tan poco extendida en la actualidad?

F. A.— ¿Escribo para poder conservar mi silencio?

J. A. V.— Decía a nuestro amigo común, el comisario e historiador del arte Alfonso de la Torre en la Galería Cayón, que la Madre Mercedes en Ciudad Rodrígo le instruyó de tal modo que no hubo una especial sorpresa al conocer dichas corrientes ni sus gentes. ¿Permitió lo anterior una relación más sincera y constructiva?

F. A.— No estar y ser: ¿es mi circunstancia?

J. A. V.— Aquellas influencias dadás, surrealistas,… fueron clave en el desarrollo de su trabajo y en la conformación del Movimiento Pánico. También su circunstancia vital temprana: la desaparición del padre y la severidad de la madre. ¿Cómo entiende, el propio Arrabal, el epónimo “arrabalesco”?

F. A.— El gato de Schrödinger… ¿dead or alive? ¡Es tan inútil lo imprescindible!

J. A. V.— ¡Y la Ciencia! De la que Breton rehuía… Usted, siempre ha tenido presente el lado más racional del pensamiento: matemática, ajedrez,… ¿Cómo mantener separadas las dos culturas de C. P. Snow? ¡Sean uno: Ciencia y Arte, Vigilia y Sueño, Realidad y Ficción! ¡Que nos hagan temblar, que nos hagan sentir vivos!

F. A.— Desde que el ángel de la ciencia es bipolar, ¿fuma con la cabeza al revés?

J. A. V.— Recibí el cartel de su obra “Oración”, que se representó en 2023 en Seúl, casi 50 años después de su redacción. Por suerte para todos, parece que la obra de Arrabal sigue y seguirá teniendo siempre gran interés tanto para creadores como para espectadores. Ninguno de los dos destaca por su clemencia y su obra nada tiene que ver con el mercado de masas dominante…

F. A.— El elefante que anda sobre la superficie del mar, ¿impresiona a las ballenas miopes?

J. A. V.— Muchísimas gracias por su atención, Fernando. ¡Y por muchos años más! Ça a été un plaisir.

F. A.— ¿Mecerse en el rigor matemático del tohu-bohu? O, como dijo Cervantes, ¿mi mejor escrito? ¡La confusa! (…desaparecida)