Inmersión en el cine

Ramón Hernández
Biólogo

Fecha de publicación: 27/11/21

San Sebastián es una ciudad histórica y estrechamente ligada al mundo del cine. Eso lo sabe todo el mundo. Lo que, sorprendentemente, pasa desapercibido para gran parte de los donostiarras es que, cada año, un par de meses después Zinemaldi, también se celebra en la ciudad un festival de cine submarino. Otra cosa que sorprendentemente muchos donostiarras no saben, es que la Real Sociedad, histórico club de fútbol de la ciudad, cuenta entre sus secciones deportivas, con una de actividades subacuáticas. Combinando ambas características desconocidas de esta pequeña ciudad, aparece en 1975 el CIMASUB, también conocido como el Ciclo Internacional de Cine Submarino, organizado por la mencionada sección de la Real Sociedad.

A pesar de no levantar la trascendencia de otros eventos de la ciudad, sí que atrae a un importante y fiel grupo de seguidores, compuesto sobre todo por amantes del mar, del mundo del buceo y la naturaleza a nivel nacional e internacional. Y esto se traduce, cada vez más, en un certamen con un nivel de los trabajos cada vez más alto y profesional. Los pasados días 18, 19 y 20 de noviembre se celebró la 45º edición y entre los asistentes y premiados había varios campeones del mundo, de Europa o nacionales de video y fotografía submarina.

Se recibieron un total de 120 trabajos de todo el mundo, para competir en las diferentes categorías de video (Documental, cortometraje con locución y cortometraje musical) y galerías de fotografía, lo que ya indicaba el alto nivel del certamen. La barandilla de oro al mejor documental se la llevaron Daniel Aldaya y la comunicadora de la cadena Telecinco Laura Madrueño, unos habituales en el festival, por el trabajo “RUMBO AL PASADO”, rodado en las aguas del Mar Rojo de Sudan, por su excelente estado de conservación. En la categoría Cortometraje con Locución ganó Vicente Leal, otro camarógrafo buceador con muchos trabajos premiados internacionalmente. En la categoría Cortometraje musical se Alex del Olmo, profesional del buceo y el cine en Indonesia, y ganador de varios premios internacionales se llevó los 3 premios de oro, plata y bronce. Algo inaudito. En la sección de fotografía, el griego Nicholas Samaras, ganador de varios premios internacionales y con trabajos en varias publicaciones, se llevó el máximo galardón. Además, se entregó el premio Francisco Pizarro a Jorge Candán, 3 veces campeón del mundo de video submarino, por su larga vida dedicada al mar.

Nicholas Samaras – Barandilla de oro

Entre otros galardonados, destacan Felipe Ravina, con tres premios: Barandilla de bronce en documentales, mejor video con concienciación ecológica y joven promesa de la categoría de video. El joven canario lleva proyectos de divulgación y conservación marina de las Islas Canarias. José Carlos Rando, subcampeón del mundo en 2019 y campeón de Europa en 2016, ganó la barandilla de bronce en cortometrajes con locución con un trabajo homenaje al Mediterráneo y Rafael Fernández, campeón del mundo de fotografía submarina, se llevó la barandilla de plata en su especialidad.

Rafael Fernández – Barandilla de plata

También había un importante toque cantábrico con premios especiales a los mejores trabajos de nuestro mar, para Enrique Talledo por su documental Cantábrico Salvaje y a Isaías Cruz, en la categoría de fotografía. Yo tuve el honor de estar entre los galardonados, en la categoría joven promesa de fotografía. Viendo el nivel, ¡espero no decepcionar!

A pesar de la riqueza y la variedad de los trabajos, en casi todos se compartía una visión común del mar y la vida que lo habita: El inminente peligro al que se enfrenta y el evidente deterioro que lleva años sufriendo. En estas 45 ediciones, los más veteranos no dudaban en señalar el cambio que han visto en los mares a lo largo de sus vidas. El cambio climático, la contaminación y la sobrepesca están sometiendo al mar a un estrés que no es seguro que pueda aguantar mucho tiempo. Este festival sirve para inmortalizar su situación actual, y en el futuro, estos trabajos podrán servirnos como el recuerdo de un momento antes del colapso, o como el aviso que permitió el cambio de actitud para salvarlos. En nuestras manos está decidir qué opción tomamos.