Summerhill

Sara Calzada
Maestra

Fotografía: Laura García

Estamos hechos de equilibrios, entre cuerpo y alma, entre trabajo y vida personal, entre familia y amigos, incluso entre el orden y el caos. Pero vivimos tan obcecados en cumplir con lo que se nos manda que nos vamos olvidando por el camino. Comenzamos sin ataduras, dando rienda suelta a nuestros instintos, nada importa en la tierra de la libertad. A medida que crecemos comenzamos (o comienzan) a limitarnos, metiéndonos por un sendero cada vez más estrecho hasta que terminamos al final del camino encajonados por todas partes pudiendo mover solo la cabeza, y a duras penas. ¿Es eso vida?

La clave es la valentía, atrévete a desafiar, atrévete a innovar, atrévete a descarrilarte del sendero y crear tu propio camino, porque atención caminante, se hace camino al andar. La base de todo esto es el caos, ese con el que nacemos y siempre terminamos abandonando. Cuidado que no tenemos toda la culpa, la sociedad, y en gran parte la educación, van creando obstáculos difíciles de sortear. Pero para sorpresa de muchos, estos no son tan complicados, por lo que con un poco de esfuerzo se pueden terminar pasando. Si son muy altos, zigzaguear es la solución, si son muy anchos, carrerilla y tira millas.

Muchas personas han decidido tomar ese desvío del que hablábamos. Personas de diferentes terrenos, tales como Gaudí en arquitectura, Galilei en astronomía, las sufragistas en feminismo o Marx en economía. En educación, uno de los casos más remarcables sería la creación de la escuela Summerhill de la mano de A.S. Neill.

El colegio Summerhill (1921 – actualidad) es, todavía a día de hoy, un colegio ubicado en el sur de Inglaterra, concretamente en un pueblo llamado Leiston, a unos 160 kilómetros de Londres. Es un colegio que difiere bastante del resto de colegios a los que estamos acostumbrados, ya que sigue una corriente educativa poco común. Dicha corriente, en breves palabras se basa en el juego y la libertad que se les concede a los niños. Muchos lo tildaron como un reclamo al desastre y libertinaje. ¿Fue así? Que cada uno juzgue al terminar este artículo.

Podríamos decir que la corriente educativa que sigue Summerhill se construye sobre cuatro pilares imprescindibles: libertad, educación en valores, pensamiento antiautoritario y democracia. Vayamos por partes.

Una de las ideas que más controversia ha suscitado y sigue suscitando a día de hoy es la libertad que se les proporciona a los niños. Y es que, aunque pueda parecer una locura, los niños no están forzados a ir a clase, ya que según Neill, cuando estos se sientan cómodos y preparados será cuando, por su propio pie, asistirán a las lecciones.

​Por otro lado, tenemos la grandísima importancia que se le da a la educación en valores (muy utilizada en las aulas hoy en día, pero que apenas era conocida a principios del siglo XX). Valores tales como la empatía, el respeto al prójimo, la solidaridad o la sinceridad son los que Neill y su equipo procuraban fomentar entre sus alumnos.

Los estudiantes de escuelas normales saben muchas cosas; brillan en dialéctica, pueden citar a clásicos, pero en sus puntos de vista son niños. Porque se les ha enseñado a saber, pero no se les ha dejado sentir.” (Neill, 1960)

Antes de continuar, ubiquémonos. Inglaterra, principios del siglo XX. Por si algún despistado no lo recuerda, por aquel entonces la violencia en las aulas era el pan de cada día que desafortunadamente recibían los niños, sin importar la edad. Es por esto que me parece imprescindible mencionar el pensamiento antiautoritario, ya que Neill mantuvo siempre que los alumnos jamás debían recibir ningún tipo de trato vejatorio por parte de los profesores, ya que los consideraba a los dos como iguales.

Por último, y no por ello menos importante, tendríamos la idea de la democracia. Este es otro punto de debate ciertamente importante. Tanto las normas del colegio, los castigos (nunca físicos) o las actividades se decidían en asamblea entre profesores y alumnos. ¿El voto de un niño de 6 años contaba lo mismo que el de un profesor? Efectivamente. De este modo, y relacionándolo con el punto anterior, Neill defendía que tanto los niños como los adultos eran iguales partícipes de una comunidad, por ende, todas las decisiones deberían tomarse entre todos.

A estas alturas os preguntaréis si todo esto dio o da resultado. La respuesta a esa pregunta depende de lo que cada uno considere como éxito. Tal vez para algunos el éxito sea conseguir un empleo de altísimo cargo con un nivel adquisitivo deseable. A vosotros os diré que este colegio ha fracasado, ya que pocos summerhillianos han llegado a ese punto (aunque alguno hay). Si por el contrario alguien piensa que el éxito se basa en la felicidad, entonces os diré que no ha habido escuela en el mundo con tan alto porcentaje de triunfo. Los niños salen de la escuela con ideas claras, muchas habilidades en diversos terrenos y completamente independientes. Tal vez no saquen la nota más alta en selectividad (porque nunca fue el objetivo de esta escuela), pero desde luego esos locos bajitos, como dice la canción, estarán mucho más preparados para enfrentarse a la vida real que muchos sobresalientes.

Queda claro que todos tenemos dentro un poco de desorden, enredo e incluso un poco de trastorno en algunos casos. La clave está en no perderlo, mantenerlo siempre al otro lado de la balanza. Evadámonos del perfeccionismo que tan de moda está ahora, como si el arco iris no necesitase un poco de lluvia para aparecer. Pero sobre todo, no dejemos nunca escapar a ese chiquillo interior, porque incluso cuando la edad pese en nuestro cuerpo, será el que nos mantendrá vivos.