Tres tiempos en la luz y uno en la sombra

Jaime de los Ríos
Artista

Son ya más de diez años desde que presenté mi primera instalación artística en Arteleku y se me antojaba hacer uso de estas líneas para acercar mi proceso creativo de una manera algo más personal de lo habitual, como nunca lo hice antes, y definir la delgada línea que separan algunas experiencias vitales con soluciones estéticas que tuve a lo largo de este tiempo el honor de exponer.

El Avión

En 2014 paseo por una aldea del  Franche-Comté, Montbéliard, y tengo el honor de visitar una diminuta exposición, compuesta de 3 mesas bajo vitrinas de cristal que guardan textos, dibujos a mano alzada, recortes, un libro de física, varias plumas, un bote de tinta y una foto del Lightning P38. Esto último, para un profano, es un triple avión. Su dueño es el escritor Saint-Exupéry. Bien leídos, estos documentos apenas ahondan en su conocida faceta, revelan en cambio inquietudes diferentes a  su conocido hacer. Varias anotaciones acompañan en una hoja de ilustraciones tres figuras con forma de alas, que atravesando un viento plasmado en trazos de carboncillo, parecen completar el proceso  Soulever et Traîner*, ( *sustentación y arrastre ). Se trata de fuerzas contrapuestas que al equilibrarse producen una solucion fantastica, pues hacen elevarse un cuerpo, y Antoine lo refleja en una ecuación con muchas letras pero pocas variables, algo que mi poca memoria no guarda pero puedo apuntar, tampoco sé donde. La pasión del escritor lo llevó a estudiar de manera científica la forma del vuelo de  los pájaros en el aire y como lo hiciera también Da Vinci, coleccionó diferentes pensamientos analiticos.

Decido, pues es lo mio, utilizar esta matemática. La introduzco en un programa algorítmico  donde escribo diferentes parámetros que generan derivas sin fin a partir de dos figuras y estas ecuaciones. Viajando por ese camino en la pantalla, cruzo dos simples geometrías a ritmo pictórico: Las ecuaciones del escritor hacen volar dos formas en un lienzo digital llamado, “Le Vent Et Sa Mesure”*. (El viento y su medida).

Como si de una escultura se tratase, en las ausencias de la forma, aparece un haz de luz.

Fotógrafías: Momentos de la obra “Le Vent Et Sa Mesure, 2017”

Las sombras de la luz

Todos las semanas las termino trabajando en La casa de Victor Hugo en Pasajes. Atiendo a algún turista y varios peregrinos. Pocas veces la compañía se extiende más allá  del mediodía y dedico algunas horas a la contemplación estética, salvaguardado de toda voluntad. Aparece ocasionalmente Schopenhauer, quien sino, para forjar* (imaginar, imaginar, idear, concebir, proyectar, planear) una alianza con el artista y me invita a observar una composición visual  que se adentra en la habitación e impregna varias de las paredes. Podrá el lector intuir de qué se trata, pues este palacete del S XVII se sitúa frente al puerto y desde las balconadas de cualquiera de sus tres plantas puedo divisar aún la misma bahía que inspiró al viajero francés en los escritos y grabados reproducidos ahora en la lengua del Euskera. Al ver el mar cuando le doy la espalda,  observo su ritmo en forma de proyección en las paredes blancas, el reflejo de sus aguas se aparece como una serie de contornos hechos de sombra y forma de luz, diferentes destellos cuadrilongos que se combinan en una coreografía entre el Mar y el Sol. Un lienzo viviente que quiero llevarme conmigo. Algo imposible contenido en un momento que sin embargo no quiero dejar escapar. De alguna manera es el instinto de dominar o al menos entender los elementos que colonizan nuestras vidas de forma sutil e invisible, el ritmo del Mar en este caso que tantas veces me acompaña en la cotidianidad y cuyo movimiento afecta a todos los sentidos y sobretodo al paisaje visual que percibo.

Decido, pues es lo mio, utilizar esta matemática. La conjunción es sistémica, ni siquiera  intervengo en el resultado final, quiero ser fiel a la naturaleza. Es probable que de otra forma esto no tendría sentido. Coloco una cámara observando al gran mar de Pasaia y analizo su baile con mis herramientas de programación y visión por computadora. Lo presento en forma de cubos en la sala de exposiciones, como los vi, pero a gran escala inmersiva y la llamo Autopoética, una obra extensión de la conjunción primordial de los elementos  reducida a la esencia que puede disfrutarse al unísono del movimiento del mar de San Juan, en riguroso directo, en permanente conexión. En 2011 lo presento en el Koldo Mitxelena, sin saber, que aquel verano iría en busca de la fuente que lo mueve, el propio mar, desplegando una matriz de cientos de luces o reflejos de Luna sobre el mar de Bermeo.

Fotografías: Boceto de la instalación «Autopoética» para la exposición Artistas Noveles de Gipuzkoa 2011 en el Koldo Mitxelena de San Sebastián

Un orden cósmico no binario

En 2013 descubro: Un extraño fenómeno celeste se registra en China. Durante el ocaso se ve claramente en el cielo como el sol parece partirse generando dos soles de igual forma e intensidad. No se trata de una invención sino que ocurre realmente. La primera impresión de éste hecho es que se trata de un Mirage inusual, un reflejo a causa de un fenómeno atmosférico, como de espejismo, donde el Sol parece duplicarse. Sin embargo, aquella imagen evoca una realidad contraria a la conocida. Al imaginar un mundo sin amanecer regular, cuestionando fenómenos por los que que damos por sentado todo lo que nos define:

La inscripción de la noche y el día como la realidad fundamental de nuestras vidas, donde nos levantamos con el sol, llega a la altura de la actividad al mediodía para después retirarnos a la cama cuando nos abandona. Las estaciones, las mareas, meses, años – todos son porque Sol hay uno. Sol/Luna, Logos/Pathos, Padre/ Madre, Cabeza/Corazón. Las palabras contrapuestas provocando posiciones subyacentes. Todo podría ser tan diferente.

Lo plantea otro visitante fugaz, Bioy Casares. Especialmente explícito en su visionaria novela “La Invención de Morel” , donde 2 soles se aparecen en diversos momentos de la historia. Ahora ya sé, al menos,  que uno era una invención.

El movimiento de los astros, una matemática, que, como es lo mio, decido utilizar. Llamo a la instalación Cosmogonía y atiendo a la necesidad del ser humano de concebir un orden físico y metafísico que permita conjurar el caos y la incertidumbre. Introduzco el camino de sus constelaciones, las órbitas de sus cuerpos. Proyecto dos haces de luz que siguen el rigor de las órbitas de estrellas binarias, sí,  como Sirius, y al proyectarse los haces de luz de ambos soles la experiencia me traspasa aconteciendo lo inimaginable, algo que puede romper con los valores de mayor tradición.

Un primer crepúsculo, un atardecer. Los dos soles, un sistema binario.

Un segundo crepúsculo. el silencio anterior a la primera noche del tiempo. La purificación y el olvido. La Noche. El Ocaso, la noche se ahonda en el sueño.Y por fin, el Encuentro: Aleph. Los dos Soles alumbran como uno. Momento auroral. El eterno  retorno. Todo sucede por primera vez, pero de un modo eterno.

Fotógrafías: Esquema de la órbita de una estrella binaria, con dos soles, utilizado para estudiar el movimiento que luego heredaría la pieza “Cosmogonía, 2012”.

Camera Obscura

Hoy presento mi último trabajo. Lo llamo Moving Pictures. Es una gran pintura algorítmica en constante devenir. Al contemplarla se advierte un camino estético que atraviesa multitud de colores y formas. En la eternidad, el observador se cruza con Rothko, Miguel Angel, Zóbel…y cualquier artista que haya visto antes en su vida. No pinto ni utilizo otra materia que no sea la luz del proyector, pues hace mucho que no sé dónde venden pinturas ni pinceles. Llamo de nuevo a las sombras para inventar una camera obscura sobre un lienzo en blanco, que al traspasar la retina de quien contempla, graba de  mi mente en la suya un instante del infinito. Un pequeño agujero, debe haberlo en las entrañas del videoproyector, por el que penetra “una irrealidad”  programada. Se trata de una ecuación, un instante que nunca puedo retener, lo intuyo y desaparece para siempre. Una matemática que, como es lo mio, tomo prestada.

Momento del lienzo digital infinito “Moving Pictures, 2018” en la Ganbara del Koldo Mitxelena.

Fotografía: Ricardo Iriarte.