La Odisea de Marco Polo

De la Ruta de la Seda a la China de Kublai.

Álvaro Ibáñez Fagoaga
Historiador

Fotografía: María Herreros Ferrer

“Señores emperadores, reyes, duques y marqueses (…) que deseáis saber las diferentes generaciones humanas y las diversidades de las regiones del mundo, tomad este libro y que os lo lean.”

Esta frase, primera del Libro de las Maravillas escrito por Marco Polo (1254-1324), define con especial viveza las pretensiones de un libro que marcó una época. Este bestseller medieval, redactado durante su estancia en un presidio genovés entre 1298 y 1299, recoge el testimonio de la mayor expedición realizada hasta entonces por un europeo en Asia, y que tras más de 23 años recorriendo los confines del Imperio Mongol, trajo consigo el mejor y más famoso relato tanto de la Ruta de la Seda, como de aquella enigmática China que, hasta la llegada del veneciano, ningún europeo había logrado recorrer y volver para contarlo.

En una Europa medieval desconocedora de todo lo que sucedía más allá de Oriente Medio, Marco Polo arrojó un primer haz de luz sobre un océano dominado por una extensa y profunda oscuridad. Su descripción del Extremo Oriente, hasta entonces una realidad completamente desconocida, fue además la impulsora de un primer corpus simbólico que configuraría en Occidente una primera aproximación de un sinfín de regiones asiáticas hasta entonces desconocidas, y que en términos weberianos podría calificarse como el primer tipo ideal histórico1 del Lejano Oriente construido en Europa.

No obstante, se hace indispensable primero una aproximación histórica para comprender realmente cómo pudo darse tan increíble periplo. Un contexto profundamente marcado por el auge comercial de Venecia, la complejidad geopolítica de las Cruzadas, y la por aquel entonces imparable expansión del Imperio Mongol.

50 años antes del nacimiento de Marco, La República de Venecia, centrada en hacerse con la hegemonía comercial del Mediterráneo Oriental, persuadió a los líderes de la 4º Cruzada (1202-1204) para redirigir sus esfuerzos contra el Imperio Bizantino, principal competidor de Venecia por el comercio en el Levante. Su flota, responsable principal de la sonada caída de Constantinopla de 1204, aceleró una ya evidente decadencia imperial que le permitió no sólo deshacerse de su principal competidor regional (Constantinopla y el Egeo pasaron a formar parte de un estado títere conocido como Imperio Latino), sino también dotarse de una red de emporios comerciales en las costas de la Península de Crimea, quedando así los venecianos estacionados en lo que pronto sería el nuevo límite occidental de la Ruta de la Seda.

Casi al mismo tiempo, un joven de apenas 13 años que pasaría a los anales de la historia como Gengis Kan (1162-1227) comenzaba una imparable expansión a través de las estepas de Asia Central que le llevaría a conquistar en apenas dos décadas lo que las legiones romanas no lograron conquistar en casi 4 siglos, extendiendo su jovencísimo imperio desde el mar de Japón en Oriente hasta las orillas del mar Caspio en Occidente.

La caballería pesada imperante en la época apenas tuvo opción frente a las huestes mongolas de caballería ligera, y un ejército tras otro caía de manera inexorable ante al empuje arrollador de sus tropas.

Tras Gengis, toda una saga de conquistadores se abrió paso a través de las estepas en busca de los confines del mundo.

Su hijo y Gran Kan Ogodei (1186-1241) sometió a vasallaje el norte de China y el Reino de Corea, y Batu Kan (1205-1255), a las órdenes de su tío Ogodei, sometió Rusia, Ucrania, Hungría y Polonia, ampliando así los márgenes del Imperio no sólo hasta el mismísimo corazón de Europa Central, sino también hasta los emporios comerciales venecianos situados en la Península de Crimea.

Tras este segundo empuje, abortado varios años por el interregno surgido tras la muerte de Ogodei, otros tres nietos de Gengis, hermanos a la vez entre sí, terminarían de ampliar el ya de por si inabarcable imperio.

Hulagü Kan (1217-1265), siguiendo el mandato de su hermano y nuevo Gran Kan Mongkë (1209-1259), sometería en apenas dos años (1258-1260) a los dos centros de poder islámico más poderosos del Próximo Oriente (Sultanato Ayubí de Damasco y Califato Abasí de Bagdad) reduciendo a cenizas lo que los estados cruzados llevaban intentando lograr sin éxito más de 250 años.

Poco después, Mongkë Kan, inmerso en la conquista de los reinos de China aún independientes, moriría de manera repentina desatando un nuevo conflicto sucesorio de enormes proporciones. Su capital Karakorüm quedaría arrasada, y su hermano Kublai (1215-1294), responsable último de su total destrucción, se alzaría victorioso en la contienda.

En una fecha cercana a este enfrentamiento Niccolo y Maffeo Polo, padre y tío de Marco respectivamente, se trasladarían a la Península de Crimea en busca de nuevas oportunidades de negocio.

La nueva realidad geopolítica fruto de la expansión mongola por Oriente y Occidente ofrecía un abanico de posibilidades que esta ilustre familia de mercaderes venecianos no estaba dispuesta a dejar escapar, y pronto sus peripecias por las estepas en busca de fortuna los llevaría a conocer tanto a Hulagü como al mismísimo Gran Kan Kublai, quien, asombrado por sus relatos, confió a ambos hermanos la potestad de actuar como sus emisarios personales ante el Papa de Roma.

Dos tabletas de oro con sus credenciales fueron labradas exprofeso para servir de salvoconducto y prueba de que los Polo acababan de convertirse en emisarios oficiales del Imperio, y pronto ambos hermanos partirían de vuelta rumbo a una Ciudad Eterna inmersa en el cónclave más largo jamás celebrado en la historia de la Iglesia Católica.

Tras 3 años de largas deliberaciones, el legado papal en San Juan de Acre, último bastión cruzado en Tierra Santa y residencia temporal de los Polo durante el cónclave fue finalmente sancionado como nuevo Papa de Roma.

Los Polo, aún incrédulos ante la elección, vieron con enorme satisfacción cómo uno de sus mayores aliados en las altas esferas de la iglesia se convertía en Sumo Pontífice de su Iglesia.

Ahora sólo restaba que el nuevo Papa Gregorio X (1210-1276) escogiese a los misioneros encargados de acompañar a la familia Polo en su nueva y prometedora expedición.

La elección de éstos, que serían los encargados de la evangelización de todo el Imperio Mongol, expresa con especial nitidez la profunda ignorancia imperante en Europa con respecto al enorme tamaño y complejidad de Asia; Aunque hoy esto pueda parecernos incomprensible, Gregorio X estimó suficiente el envío de apenas 2 frailes para evangelizar al imperio que dominaba la mayor parte del continente más grande del planeta.

Este segundo viaje será el inicio de un largo periplo que se extenderá por más de 23 años, y que, según el propio Marco, que acompaña a su padre y a su tío en la expedición, le llevará a recorrer todos los confines del que sería recordado como el imperio contiguo más extenso de la historia.

A este respecto, Julio Verne afirmará que, al sentir ambos misioneros un peligro real de caer capturados por las huestes mamelucas que asolaban Armenia en ese momento, ambos decidieron dar media vuelta. Sin embargo, Manuel Konroff, uno de los mayores expertos de Marco Polo del siglo XX, asegurará que, siendo ambos frailes plenamente conscientes de la extraordinaria dureza y longitud del trayecto que aún les esperaba, se hicieron los enfermos para no proseguir con la aventura.

Tras tres años de tortuoso periplo a través de la Ruta de la Seda, la familia Polo llegará a la nueva capital de verano del Imperio (Xanadú) al tiempo que Kublai se autoproclamaba Emperador de China (1271) haciendo orbitar la centralidad del tablero geopolítico mongol hacia territorios de la China imperial.

Así la cosas, a la llegada de los Polo a la corte de Kublai la Pax Mongolica acababa de alcanzar su edad dorada, el Imperio había logrado hacerse con el control total de la Ruta de la Seda y Pekín acaba de convertirse en la nueva capital del Imperio Mongol.

Al poco tiempo de llegar, y en gran medida gracias a su perfecto dominio del tártaro y el persa (lengua franca del Imperio) Marco Polo entablará una profunda amistad con Kublai que determinará para siempre su destino, pues pronto el veneciano se convertirá en uno de los emisarios de confianza del Gran Kan.

El Libro de las Maravillas, que documentará todos los supuestos periplos del veneciano como emisario, recuerda de manera poderosa al estilo de las Historiaes de Herodoto, y al igual que en éstas, su lectura hoy nos reintroduce de facto en la cosmovisión imperante en la mente del autor (en este caso, la de un mercader veneciano del siglo XIV desplazándose por los confines del Lejano Oriente).

Y es aquí donde comienza una tormentosa polémica historiográfica hoy por hoy inconclusa con respecto a la veracidad de los lugares que dice visitar, y sobre la cual Julio Verne anotará en su obra Historia de los grandes viajes y de los grandes viajeros la siguiente reflexión:

“¿Visitó realmente todos los países que describe? No, Sin duda alguna. No obstante, debemos decir que la mayor parte (…) si han sido recorridos.”

Muchos expertos han afirmado de manera recurrente que lo más revelador del relato de Marco es precisamente lo que no se cuenta, argumentando así que la falta de testimonios sobre, por ejemplo, la Gran Muralla, es prueba suficiente para afirmar que el viaje del veneciano jamás tuvo lugar.

También son constantes las tesis que aseguran que Marco Polo jamás llegó siquiera a conocer al Gran Kan Kublai.

Pero esta no es nuestra tesis.

Figuras de la talla de Felipe Fernández-Armesto, catedrático de Historia Mundial y Ambiental del Queen Mery College, quien afirma en su obra Los Conquistadores del Horizonte que “se ha de ser especialmente cuidadoso con los argumentos ex silentio”. La no mención de un determinado suceso no implica la invalidación total del testimonio. Algo que, al respecto de la Gran Muralla, resulta del todo comprensible teniendo en cuenta que esta super estructura defensiva se encontraba en completo desuso para el siglo XIV.

Y los aciertos son tantos que uno se ve necesariamente obligado a sintetizarlos:

En primer lugar, se ha de recalcar la enorme importancia del relato de Marco Polo Europa en el ámbito geográfico. Las Cordilleras de Pamir y del Himalaya, que describirá como las zonas más altas del mundo, llegarán por primera vez a oídos europeos gracias a su testimonio.

Lo mismo pasará con los desiertos del Gobi y de Taklamakán, que atravesará en una ardua ruta siguiendo una complejísima red de oasis caravaneros establecida por el Imperio Chino de la Dinastía Han (III a.C – III d.C), y que en gran medida sería la responsable de la vertebración de la que hoy por hoy es conocida como la Ruta de la Seda de la Antigüedad.

También fue el primer europeo en dar testimonio de la existencia de Japón, a las que llamará Cipango, y sobre la que narrará la existencia del Kamikaze, un viento divino especialmente venerado por la cultura japonesa que, a ojos del Gran Kan, sería la responsable final del desastroso destino sufrido por las dos armadas fletadas en los sucesivos intentos fallidos de conquistar Japón.

También se debe a los relatos de Marco Polo el descubrimiento geográfico de todo el Sudeste Asiático, subcontinente totalmente desconocido para las mentes europeas del momento, y que gracias a su testimonio permitió dar una explicación sobre el origen de los productos que desde hacía más de un milenio se venían comerciando a través de la Ruta de las Especias.

Sin embargo, las aportaciones de Marco Polo fueron mucho más allá de una mera aportación geográfica.

Sus narraciones al respecto del modo de vida y las tradiciones de China otorgaron a Europa una enorme cantidad de contenido demográfico, etnográfico y cultural de una importancia sin igual.

Así las cosas, su minucioso testimonio al respecto del enorme entramado urbano de China tiene su culmen en la descripción que el veneciano realiza al respecto del complejo palaciego del Gran Kan que hoy en día conocemos como La Ciudad Prohibida, y que muchos europeos de la época se negaron a creer que fuese cierto. A este respecto, afirma que el tamaño y la importancia comercial de Cambaluc (actual Pekín) era tal, que más de 1.000 carretas repletas de mercaderías llegaban cada día a la ciudad para satisfacer el voraz apetito de una de las mayores urbes del medievo.

Además, el mercader veneciano se muestra especialmente generoso en sus elogios a la hora de describir el famoso Gran Canal, sin duda una de las obras maestras de la ingeniería del medievo, y que en tiempos de Marco Polo se encontraba en plena expansión debido a la necesidad de Kublai Kan de ampliar la mayor y más importante arteria comercial de China hasta la nueva capital del imperio.

Poco después, el veneciano vuelve a detenerse en la descripción de la antigua Xi’an, capital del Imperio durante la Dinastía Han (siglos III a.C – III d.C), y que en términos históricos sólo puede compararse en importancia y tamaño a la Antigua Roma durante su máximo apogeo.

La ciudad, que en los tiempos de Marco Polo se dedicaba en exclusiva al cultivo del jengibre y de las moreras destinadas a la cría del gusano de la seda, se encuentra según el testimonio de Marco en las inmediaciones de un río que no duda en calificar como “un mar por su anchura”, y que hoy por hoy podemos afirmar que es también el primer testimonio europeo del río Wei, afluente principal del Río Amarillo.

Además de Pekín y de Xi´an, Marco Polo se detendrá también en la descripción de Cantón, cuyo puerto no duda en calificar como uno de los más importantes del mundo, y que hoy en día sigue alzándose como el puerto comercial más importante del sur de China.

Finalmente, en cuanto a sus gustos culinarios, Marco Polo destacará dos productos que actualmente persisten dentro la tradición gastronómica china: El vino de arroz y la carne de perro.

Sin embargo, resulta particularmente paradójico que, aun siendo completamente veraz, suscitó una especial polémica a su vuelta: el uso del papel moneda como moneda de cambio. Este método de pago, que Marco Polo afirma que se realizaba a través del grabado de diferentes tipos de cantidades en cortezas de árbol de morera, era algo totalmente incomprensible para la mentalidad medieval europea, y desató una enorme polémica en el seno de las cortes europeas a su regreso.

Los grandes jerarcas europeos capaz de asumir sin reticencias las historias inventadas al respecto de grifos y animales mitológicos inexistentes, pero era incapaz de asumir que un imperio tan rico y poderoso como la China de Kublai renunciase a acuñar su moneda en materiales preciosos.

Las minuciosas descripciones del veneciano con respecto a la civilización china otorgaron una primer y necesaria descripción de un territorio conocido dentro de las mentes europeas desde hacía más de mil años, pero que aún nadie había logrado explorar y describir hasta la llegada Marco Polo.

El desarrollo de las rutas comerciales euroasiáticas que vertebrarían La Ruta de la Seda de la Antigüedad dotó a Oriente y Occidente de un conocimiento mutuo desde los tiempos del Imperio Romano, pero pese a los múltiples intentos, jamás llegó a acompañarse de un contacto directo. Hubo que esperar al Imperio Mongol de Kublai Kan y al tortuoso periplo y fantasioso testimonio de Marco Polo para poder realizar un primer mapa conceptual de la civilización china y su compleja realidad cultural.

La influencia de su obra en la mentalidad tardomedieval europea llegó hasta tal punto, que incluso Cristóbal Colón, impresionado ante el relato de Marco, zarparía rumbo a las Indias con un ejemplar de El Libro de las Maravillas en su camarote a modo de guía de viajes en su hipotética llegada a Las Indias.

Una obra indispensable para una era irrepetible que, con sus aciertos y sus errores, no sólo convirtió a Marco Polo en el viajero más famoso del medievo, sino que además encumbró a su obra El Libro de las Maravillas como el libro de viajes más influyente de la historia.

Bibliografía, notas y fuentes:

1 Tipo ideal histórico de Max Weber: Instrumento conceptual basado en la síntesis de fenómenos concretos difusos colocados de manera unilateral en una construcción analítica unificada puramente conceptual y que no puede ser encontrada empíricamente en la realidad; Ej: feudalismo, autoridad, oriente.

Polo, M. (Armiño, M. Ed.,) (1983) El Libro de las Maravillas. Madrid: Ediciones Generales Anaya.

Polo, M. (Komroff, M. Ed.,) (1953) The Travels of Marco Polo. Nueva York/Londres: W. W. Norton & Company, Inc.

Polo, M (Kinoshita, S Ed.,) (2016) The Description of the World. Indianápolis/Cambridge: Hackett Publishing Company, Inc.

Castro Hernández, P. (2016) Marco Polo y el tiempo de los mercaderes. Especias, rarezas y maravillas en las ciudades de Oriente. Aproximaciones a la cultura material y las construcciones imaginarias. Valparaiso: Taller de Libros Ediciones.

Verne, J. (Ed.,) (2010) Historia de los grandes viajes y de los grandes viajeros. Biblioteca Virtual Universal.

Verdejo, C. (1979) Figuras: Carlos V, Leonardo da Vinci, Edison, María Antonieta y Marco Polo. Valparaíso: Biblioteca Hispania. Editorial Ramón Sopena.

Fernández-Armesto, F. (2012) Los Conquistadores del Horizonte: Una Historia Global de la Exploración. Barcelona: Ariel.

García Espada, A. (2017) El Imperio Mongol. Madrid: Editorial Síntesis S.A.

Liu, X. (2010) The Silk Road in World History. Nueva York: Oxford University Press.

Jackson, P (1998) Marco Polo and his “Travels” Cambridge University Press.