Federico y el surrealismo racional

Juan Alberto Vich Álvarez
Escritor, químico y filósofo

Fotografía: Lourdes Álvarez

El presente mayo Poeta en Nueva York cumple 90 años desde que fue escrito, 80 desde que fue publicado. Con dicho motivo se presenta, queriendo transmitir la emoción de su lectura. A sabida cuenta de la muerte de Lorca en el 36, se esclarece ésta como obra póstuma —publicada 4 años después de su muerte—. Lo anterior no es baladí, ya que al no ser resuelta en su forma por el autor, ha sido motivo de numerosas controversias, encontrando diferencias entre ediciones tanto en contenido como en la ordenación de los poemas. Por ejemplo, algunos han incluido el conjunto de poemas recogidos bajo el título De Tierra y Luna; pero en una edición reciente, de hace un par de años o tres, descubrimos de boca del propio Federico que no son parte de la misma…

Le pregunta el entrevistador1:

— Y dime, ¿de libros en proyecto o en la realidad?

— Tres libros, tres —contesta él—: el de Odas, empezando aquí y ahora terminado. Y dos de allá.

— Uno.

Tierra y luna, trabajado en el campo, en New England.

— Otro.

— Una interpretación poética de Nueva York.

— ¿Su título?

Nueva York, no puede haber otro.

Bueno, hubo otro, que fue Poeta en Nueva York, al que alude un acercamiento lírico de Nueva York, desde una visión abstracta, no descriptiva, con una parte dedicada a los negros… En definitiva y sin duda ninguna: el libro del que hablamos. La infinidad de cuestiones y temas que éste engloba son múltiples, se desarrollarán unos a modo de esbozo:

En primer lugar, cabe señalar de qué modo se ve influenciado por la corriente surrealista —un comentario comúnmente asociado al escuchar sobre ésta—. El surrealismo nace en Francia durante la década de los 20 con André Breton (un joven entusiasta con influencia dadá y vínculo anarco-comunista). Su concepto fue definido por este último desde el primer manifiesto: «Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, y al margen de toda preocupación estética o moral»2. Es decir, “surrealismo” entendida como una corriente «sobre-la-realidad».

De modo que, y como se verá, no es justo hacer la asociación burda que se acostumbra. Lo dirá el mismo Lorca en una carta dirigida a Sebastián Gasch en 1928: «Ahí te mando los dos poemas. Yo quisiera que fueran de tu agrado. Responden a mi nueva manera espiritualista, emoción pura descarnada, desligada del control lógico, pero, ¡ojo!, ¡ojo!, con una tremenda lógica poética. No es surrealismo, ¡ojo!, la conciencia más clara los ilumina»3.

La versión más fidedigna de Poeta en Nueva York se estructura en 10 partes4 y cuenta con un total de 35 poemas, que dejan entrever constantemente tres tipos de crisis —se dará cuenta de éstas dando ejemplos desde su poesía— que sufrió Federico en aquel tiempo:

1. La primera es, como se ha dicho, la influencia del surrealismo y de las vanguardias. Esto le costaría confrontaciones con Dalí y Buñuel —a quien su homosexualidad le supodría, también, motivo de distanciamiento—, ya que Lorca no abandonó el estilo tradicional de manera tan rotunda como podrían hacerlo ellos… De cualquier modo, en la obra del granadino, sí hay un cambio de concepto; o se ve claro, al menos, el juego de una emoción hecha símbolo… Sirvan como ejemplo, la muerte vista como luna, el vigor sexual como un caballo, la libertad amorosa como infancia,…

2. La crisis social ocupa especial relevancia en el poemario. Federico llega a Nueva York en el 29 con el crack de la bolsa, lo que provoca que muchos se tiraran desde los pisos altos suicidándose…

Debe contemplarse que el viaje a Nueva York lo realizó hace casi un siglo… Deja atrás Granada y la facultad, la residencia de estudiantes de Madrid,… Y descubre la gran metrópoli, el capitalismo, el materialismo, la mecanización, la industrialización… La deshumanización, en definitiva. Todo aquello le abruma. La injusticia, la discriminación, la alienación del ser humano. Reflexión pesimista: nexo entre modernismo y nueva era tecnológica (visión pesimista, en oposición a la de p.e. futuristas). Dice así en la Danza de la muerte5:

El Mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo viene del África a New York!

Se fueron los árboles de la pimienta,
los pequeños botones de fósforo.
Se fueron los camellos de carne desgarrada
y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico.

Era el momento de las cosas secas,
de la espiga en el ojo y el gato laminado,
del óxido de hierro de los grandes puentes
y el definitivo silencio del corcho.

También alude a la distinción opresor / oprimido… Con especial interés nombra a los negros, habiendo frecuentado ambientes de jazz, etc. Se vuelve portavoz de los excluídos… porque no deja de sentirse como ellos; porque está en un sistema que no le es propio… Dicotomiza y enfrenta, el blanco y el negro, la civilización a lo salvaje y natural, la tradición a la libertad primigenia… En el Rey de Harlem dice6:

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

3. Esta denuncia social parte del foro interno. Lorca muestra su estado anímico, su melancolía y después la proyecta a la sociedad. Así arranca el poemario, dando cuenta de su crisis personal, promovida por varios factores:

Uno se ha dejado entrever, el mundo civilizado se ha erigido en contra la esencia humana. Federico busca “regresar a lo natural”, sin limitar ni dividir, busca una anticivilización y rememora aquel paraíso perdido, la infancia de amor libre,.. En 1910 contrapone ambas, empieza así7:

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos,
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.


Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Federico y su amigo Dalí se enfrentaron, rompió la relación con su amante… ¡Su condición homosexual! y la incapacidad de poder disfrutar de un amor libre, la ruptura sentimental… y la constante alusión a la muerte. Sobre su sexualidad y la muerte, una constante en su trabajo, lo veremos en El pequeño vals vienés8. Lo analizaré con algo más de calma:

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del “Te quiero siempre”.

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

El poema precedente incluye contribuciones propias y de otros autores. Cabe señalar, de manera somera, los principales rasgos:

Se evidencia el carácter musical del poema, ese «vals» que se mueve como un fluir en el agua. Se aprecian las numerosas anáforas, reduplicaciones y aliteraciones9, además de las figuras de movimiento y ritmo ondulante (cola, cintas,…)10.

El autor escoge «Viena», aludiendo a la antigua capital del imperio astrohúngaro, intentando expresar una cultura caduca, asociada históricamente al cristianismo («palomas disecadas»), y un vals con corte de aristocracia casposa (salón con mil ventanas, viejas luces de Hungría,…).

La niñez en Lorca representa el amor libre, que se perderá con la adultez, es el paraíso perdido del autor. Juega en «el desván» un lugar privado, ajeno al resto, donde no te ven…

Las imágenes de nostalgia son constantes, y también las eróticas/sexuales (río, jacintos, azucenas, juncos,…). La muerte ocupa su habitual espacio.

Por último, reflejar la influencia surrealista (la danza que sueña la tortuga, ovejas y lirios de nieve, mendigos por los tejados,…), que como se ha indicado han sido meditadas y escogidas de manera racional.

Cohen le dio música, aquí la versión en castellano de Morente y Lagartija Nick, una joya:

Bibliografía, notas y fuentes:

1 VV. AA. (2017) Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas. Malpaso. Barcelona. Pág. 40.

2 Breton, A. (2001) Manifiestos del surrealismo. Argonauta. Buenos Aires. Pág. 44.

3 García Lorca, F. (2017) Poesía completa. Losada. Buenos Aires. Pág. 516.

4 Poemas de la soledad en Columbia University, Los negros, Calles y sueños, Poemas del Lago Eden Mills, En la campaña del Farmer, Introducción a la muerte, Vuelta a la ciudad, Dos Odas, Huida de Nueva York y El poeta llega a la Habana.

5 García Lorca, F. (2017) Poesía completa. Losada. Buenos Aires. Pág. 560.

6 Íbid. Pág. 555.

7 Íbid. Pág. 548.

8 Íbid. Pág. 604-605.

9 Abad Nebot, F. UNED. http://www.unedasturias.es/cohen/articulos/abad/abad.htm (última visualización: 28/01/2020).

10 García-Posada, M. (1981) Lorca: interpretación de Poeta en Nueva York. Akal. Madrid. Pág. 79.