Juan Alberto Vich Álvarez
Escritor, químico y filósofo
Fecha de publicación: 28/08/20
Por la fecha en la que nos encontramos, más común hubiera sido titular el artículo con el clásico eslogan del anuncio de «La vuelta al cole» del Corte Inglés, pero vista la incertidumbre y la falta de planes políticos para la cuestión, mejor poner atención a la agenda cultural, que tiende a brindarnos mayores alegrías.
Las salas de cine se han ocupado —como el resto de comercios y locales— de garantizar un servicio atento y concienciado con las medidas higiénicas y de seguridad que merece la circunstancia: desinfección de las salas entre sesiones, un aforo de butacas reducido al 60%,… Unos deberes muy bien hechos que transmiten la confianza para que los cinéfilos recuperen sus costumbres con ilusión y sin miedo.
Las salas empiezan a llenarse, más aún al conocer la película con la que se han reabierto: TENET, de Nolan; al más puro estilo ORIGEN y con el tema de fondo al que su director nos tiene acostumbrados: el tiempo.
El título nos ponía sobre aviso, TENET, un palíndromo —palabra o frase cuyas letras están dispuestas de tal manera que resulta la misma leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda— que en boca del director para Entertainment Weekly se desvela como el nombre de la organización con la que su protagonista, el actor John David Washington, se asocia en aras de evitar la Tercera Mundial. Un thriller de entretenimiento en mayúsculas que —no hay duda— añorábamos ver en la gran pantalla, y cuyas secuencias supuran un trabajo de cámara diáfano pese a la dificultad de la grabación. Una película de entresijo que pide ser vista en más ocasiones, provocando en el espectador un duelo de genio y el acercamiento a las teorías del caos y a la cuántica, a todo un universo de nuevas posibilidades físicas que la cognición humana entiende lejanas. Bajo el presente contexto, el planteamiento argumental trae a la memoria las teorías de la mecánica estadística de Boltzmann, el demonio de Maxwell, etc. Recuperaré el tema para una próxima ocasión.
Pero ahora toca, como siempre, reavivar la cultura. ¿Y qué mejor plan para un viernes de lluvia?
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