«Cualquier lugar, cualquier día»

-Reseña-

Ignacio Pajón Leyra
Profesor de la Universidad Complutense

Fecha de publicación: 24/04/21

Cualquier lugar, cualquier día es una obra de teatro coral en la que los personajes atraviesan la historia recorriendo momentos y lugares sin aparente relación, en los que se repiten hechos similares como si fueran el producto de una misma pauta. Vemos transitar la escena a personajes conocidos y reconocibles, como Arquímedes, Gilles de Rais, Julio César, pero también personajes anónimos que son tan protagonistas de la historia humana como ellos: una vecina de Siracusa, un monje bizantino, un profesor yugoslavo, un médico militar, una prostituta, un soldado espartano, una refugiada y su hija, el director de un museo… Sus vidas se entrecruzan con los acontecimientos de su tiempo y los valores de su sociedad, ofreciendo una mirada poliédrica hacia el fenómeno que ejerce de verdadero protagonista de la trama: la violencia.

Las sucesivas escenas de esta narración fragmentaria muestran, todas ellas, consecuencias de la guerra, del saqueo, de la tiranía, de la intolerancia ejercida contra las personas y contra las ideas. Como en una tragedia griega, la violencia no ocurre en escena. Pero sus efectos se dejan notar, no solo en los momentos que son representados en la obra, sino también antes y después, extendiéndose hasta nuestro presente.

Así, en el transcurso de las páginas de Cualquier lugar, cualquier día vemos que los objetivos de la violencia, los elementos contra los que se ejerce, van mucho más allá de un oponente directo en un enfrentamiento simétrico como el que se muestra en la épica. La violencia se ejerce también contra el que no está, contra el que carece de medios para defenderse, contra el venidero, contra la memoria. Siempre continúa siendo objetivo de los conflictos bélicos y los regímenes violentos fusilar poetas, dinamitar estatuas, quemar libros o permitir que los museos sean saqueados. Bibliotecas, librerías o universidades son tan objetivo de la intolerancia como la posición más estratégica de un campo de batalla. Y quienes crean, defienden o transmiten el pensamiento, el conocimiento y la memoria suponen un enemigo para el totalitario y el fanático aún más peligroso que un hombre armado. La violencia contra los libros y contra el arte no es violencia contra objetos inanimados, sino contra las personas; y una forma de violencia, además, que extiende sus efectos durante generaciones.

La mirada de este libro se extiende a través de las épocas desde el mundo antiguo hasta el actual. Las Termópilas, Gaugamela, Damasco, Constantinopla, Verdún, Saigón, Sarajevo, Bagdad… Por desgracia, este fenómeno no pierde vigencia por mucho tiempo que pase, y siempre continúa de actualidad. Nunca desaparece, solo se desplaza, mudándose de una punta a otra del globo y reapareciendo donde menos se lo espera.

Y sin embargo, es importante que no normalicemos y asumamos su existencia, que no apartemos la vista, que no caigamos en creer que no son más que hechos del pasado, porque el recorrido puede acabar incluyendo una escena más mañana mismo si no ponemos cuidado en la escena que representamos hoy, aquí, todos los que somos personajes del presente.