La violencia como causa de la existencia de los refugiados

Carlos Berzosa
Catedrático Emérito de Economía Aplicada y Rector (2003-2011) en la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)

Imagen: Amaia García Hernández

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado en el que se intensifica la interdependencia entre las partes. Se liberalizan los movimientos de los capitales y mercancías no así el de las personas. La interdependencia que tiene lugar no es simétrica sino que lo que se produce son relaciones de dominio y dependencia. En consecuencia, la desigualdad es elevada en rentas y riqueza, así como la de género y en el cumplimiento de los derechos humanos. Esta desigualdad es lo que explica los flujos migratorios y de refugiados.

Los emigrantes y refugiados huyen de su lugar de origen pero la causa de esta huida es diferente. La emigración es consecuencia de las grandes desigualdades existentes entre los países en el nivel económico. La razón de la emigración internacional es escapar de la pobreza, privaciones y falta de oportunidades en los países de origen. Los refugiados huyen de persecuciones políticas y religiosas, de zonas de guerra en la que su vida corre peligro, y de la violencia de género. Suelen ser las guerras las que más refugiados provocan, y en las que la mujer está sometida a vejaciones y violaciones.

Como señala Pankaj Mishra: “La guerra endémica y las persecuciones han dejado una cifra sin precedentes de sesenta millones de personas sin hogar. La miseria perenne induce a muchos latinoamericanos, asiáticos y africanos a emprender el peligroso viaje hacia lo que consideran el centro de la modernidad”. Esos 60 millones son ya en junio de 2020 79,9 millones según ACNUR. Un aumento considerable desde que Mishra escribiera el libro.

Las causas que promueven el desplazamiento de los refugiados han motivado que se encuentren protegidos por el derecho de asilo, que es el derecho de toda persona a buscar protección fuera de su país cuando huye de un conflicto o de una persecución que pone su vida en peligro por su raza, religión, género, orientación sexual, grupo social, nacionalidad u opinión política. La segunda guerra mundial provocó una gran cantidad de refugiados a los que resultó necesario proteger. Por ello es por lo que queda recogido como derecho humano en la Declaración Universal de los Derechos Humanos por las Naciones Unidas en 1948. Posteriormente, la Convención de Ginebra en 1951 establece quién es una persona refugiada y las obligaciones de los Estados. El Protocolo de Nueva York en 1967 elimina la restricción temporal y geográfica que estipulaba la Convención.

Las ayudas a los refugiados están sometidas, por tanto, a un compromiso que viene determinado por las normas internacionales, aunque por desgracia estas cada vez se incumplen más por los países de acogida. Es obligación por parte de los países receptores conceder el derecho de asilo. En nuestro país en la Constitución de 1978 se reconoce por primera vez el derecho de asilo. La Ley 5/1984, de 26 de marzo es la que regula este derecho y la condición del refugiado. Como se señala en la Exposición de Motivos. “Esta ley tiene por objeto cumplir el mandato del artículo 13.4 de la Constitución y, al mismo tiempo, ofrecer una solución jurídica a un problema de hecho como es el refugio en España de personas perseguidas en sus países por motivos ideológicos o políticos, de acuerdo con los criterios de solidaridad, hospitalidad y tolerancia que deben inspirar el estado democrático definido en nuestra Constitución”. La actual ley de asilo data de 2007 en la que se incorporan las normas vinculantes de la Unión Europea (UE) e incluye otras normas de persecución. En 2007 la carta de Derechos Fundamentales de la UE reconoce y refuerza el derecho de asilo como derecho fundamental.

No, obstante, los países de la UE están siendo muy restrictivos a la hora de reconocer este derecho, y algunos de ellos se niegan a acoger refugiados, como Hungría y Polonia, violando las normas internacionales y los compromisos adquiridos por la UE. Los países que sí admiten ponen trabas a los solicitantes de asilo que se encuentran ante obstáculos burocráticos, y en bastantes casos las solicitudes son rechazadas. España en 2020 atendió a 88.762 solicitantes de protección internacional, fue el tercero de la UE, tras Alemania y Francia. No obstante, solo el 5% logró la concesión, mientras el 60% quedó en el limbo de la irregularidad y el 45%(el 99% originarios de Venezuela) obtuvo una autorización de residencia por razones humanitarias. En cambio la media comunitaria de concesión de la protección internacional se sitúo en el 33%.

En 2021, se produjo una emergencia humanitaria en Ceuta, como consecuencia de la entrada en territorio español de más de ocho mil migrantes. Esto produjo una reacción del gobierno español de “devoluciones en caliente”, contrarias al Derecho Internacional al menos de la mitad de ellas. Una fuerte tensión se ha producido en Ceuta como consecuencia de esta avalancha. Marruecos ha utilizado la política migratoria para presionar a España. Las relaciones entre ambos países se tensionaron bastante en los primeros días para conseguir relajarse posteriormente.

En los países desarrollados están creciendo los partidos de ultraderecha que hacen bandera contra la emigración y los refugiados. Las posiciones racistas y xenófobas están ganado terreno lo que supone un peligro para la democracia. De modo que nos encontramos ante una situación en la que en bastantes países en desarrollo se están imponiendo los fundamentalismos religiosos, y en otros se vota por líderes de derecha radical. Los autoritarismos y totalitarismos avanzan y tiene lugar un retroceso de los valores democráticos. Al tiempo los emigrantes y refugiados son utilizados en los países más avanzados como chivos expiatorios de los males que se padecen.

Sin embargo, los males existentes como el paro, la creciente desigualdad, el aumento de la precariedad en el empleo, que afecta a todos los países aunque en distinto grado, es responsabilidad de la imposición de un modelo neoliberal en el capitalismo actual. La hegemonía de las finanzas, las privatizaciones, la desregulación, y la flexibilización del mercado laboral, son las causantes del creciente malestar y no lo es la emigración y la llegada creciente de refugiados. Pero resulta muy fácil demonizar a las víctimas de la globalización, las guerras y el totalitarismo, como los actores responsables de la falta de empleo y de su precarización, en lugar de profundizar en el análisis del funcionamiento de un sistema que es quien está generando una mayor inseguridad en el trabajo y en la sociedad. Mientras tanto, los ricos aumentan su riqueza. El foso entre los ultrarricos y ricos se agranda en relación a las clases medias y bajas. La cohesión social se ha roto, al tiempo que se degrada la naturaleza y se acelera el cambio climático, resultado de un modelo de producción y consumo que no es sostenible. El calentamiento global está provocando una creciente desertificación que genera el desplazamiento de miles de personas creando una nueva figura de “refugiados climáticos”.

Bibliografía, notas y fuentes:

CEAR(2021): Informe 2021. Las personas refugiadas en España y Europa, CEAR, Madrid

Mishra, Pankaj(2017): La edad de la ira, Galaxia Gutenberg, Barcelona.

Presno Linera, Miguel Ángel, Espiniella Menéndez, Ángel, Concellón Fernández, Pilar (2019): 40 años de lucha por el Derecho de Asilo, CEAR, Madrid.