-Con motivo de la exposición Chorégraphie ou l’art de décrire la dance en el Horno de la Ciudadela (Pamplona)-
Yago Vaillo
Arquitecto y Artista
Fecha de publicación: 05/03/22

La muestra combina danza y pintura, contemplación y acción, estaticidad y performance. Se compone de tres grandes piezas de papel, de 10,00 x 2,20 metros, pintadas con ayuda del movimiento de los pies de una bailarina de ballet y acompañadas de la proyección de un video referido a su making-of. La sala, diseñada en origen como horno, es uno de los edificios más antiguos conservados en la ciudadela. Data de finales del siglo XVI, terminado en 1644, fue el espacio dedicado al asado y cocción de los alimentos, actualmente acoge exposiciones artísticas e instalaciones de vanguardia. Como es el caso de mi exposición que lleva por nombre “chorégraphie ou l´art de décrire la dance”.
Las obras entre la performance, el cine y la pintura, han sido concebidas al ritmo de una programada sucesión de pasos interpretados con perfección exhaustiva al servicio de su entrega a una hipnosis sublime; esa a cuya consabida fragua contribuyen en tanto característicos de un tipo de danza cuyos movimientos, basados en el control absoluto del cuerpo, no dejan nada al azar. Técnica depurada, color y acontecimiento, materia y exceso, cansancio y lirismo, tensión y explosión…
La exposición compuesta y creada para ser percibida como una sinfonía de los sentidos y de los colores, alude al estadio cero de su fascinante contraposición de efímero y trascendente, caos y orden, espontaneidad y rigor, norma e improvisación, ligereza y solemnidad, drama y belleza. Pretendiendo reivindicar cierto romanticismo retardado. Postpandemia, trascendencia, gravidez, origen, autocontrol, géneros, espontáneo, improvisado, gracia o naturaleza asoman como a saltos entre las líneas del discurso que la desafía…
El sueño de una sinfonía tonal dirigida al ojo o una paleta de colores destinada al oído plasma, a su modo, una utopía estética de intensa presencia en la historia del arte. La música se desarrolla en el tiempo y la pintura en el espacio. Los sonidos y el timbre apelan al oído mientras que los colores y las líneas a los ojos. Y, pese a todo, desde los albores de la modernidad, se han percibido estas dos artes como expresión paralela de una misma belleza esencial. No en vano, términos puramente visuales como “color” son empleados para describir ciertas creaciones musicales, mientras que se recurre a conceptos como el de “ritmo” para hablar de determinadas obras pictóricas. Esta exposición propone acercar a la experiencia de percibir en simultáneo dos obras artísticas que encierran conexiones explícitas: contemplar la pintura y escuchar la música como un acto creador único que puede subvertir su esencia…
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