– Con motivo de la publicación del libro de aforismos Astronautas cobardes (Ediciones Trea, 2023) de Roberto Herrero –
Juan Martínez de las Rivas
Escritor
Fecha de publicación: 20/05/23

El escritor antes conocido como dramaturgo, periodista cultural, crítico teatral y ciudadano valientemente rebelde ante injusticias y silencios, Roberto Herrero, encontró, pasadas ya sus cinco décadas de edad, como por casualidad, un nuevo cauce para su creatividad. Cuando por no caer en la autoimitación creía cerrada su faceta artística, descubrió un género literario que parece de su medida porque dándole forma ha logrado transmitir en él con precisión las capturas de su mirada luminosa y ha aportado dos libros que considero obras mayores: Abrir la ventana está sobrevalorado (Editorial TREA, 2019)y Astronautas cobardes (Editorial TREA, 2023). Esa casualidad fructífera fue un comentario incitante del poeta Irazoki, definiendo como aforismo una frase emitida por Herrero en una conversación telefónica y proponiéndole que llevara al papel las muestras, ciertos chispazos que sus amigos y conocidos disfrutamos, de su ingenio.
El aforismo es un género antiguo que vive un esplendor reciente con obras notables en lengua castellana tras una renovación de la forma y en particular de la sustancia y del tono, de los modos aleccionadores o exclusivamente exhibidores del ingenio del pasado, a otros más cercanos, interrogantes, confesionales y líricos. Precisamente por este último rasgo se distinguen los aforismos de Herrero, singularmente dotados muchos de ellos de la cualidad epifánica de la poesía:
Al irte, la habitación se hizo fotografía.
En miniaturas memorables:
Un día te levantas y ya eres tu padre.
A los mendigos no les aguantamos la mirada por si nos vemos.
Aunque también, en ocasiones, sugieren un relato complejo con un guiño veloz:
Se enamoró de ella desde la última vez que la vio.
Y a menudo dan cuenta de un humor perspicaz:
Hay personas que dan mucha pena, lo demás se lo quedan.
Del consejo y la admonición de los estrados y púlpitos de los sentenciosos antiguos a esta intimidad compartida que nos suena tan próxima como la voz de un amigo:
Siempre esperamos, como si la vida nos debiera algo.
A mi ver, es la obra aforística de Roberto Herrero una de las más logradas en la producción contemporánea, que cuenta con autores tan excelentes como Ramón Eder, Erika Martínez, Karmelo C. Iribarren, Jordi Doce, Andrés Neuman o Rafael Cadenas y más. No por azar son estos poetas y no filósofos como, en mayoría, con excepciones brillantes, los precursores en el género. Para nuestra ventaja como lectores, los líricos han sustituido a los moralistas regañones.
Un rasgo común de los aforismos contemporáneos es su brevedad. Ha pasado mucho desde que Schopenhauer denominó aforismos a sus largas parrafadas. Si puede decirse mejor o más brevemente, no es un aforismo o no es un aforismo bueno.
Los temas de los aforismos de Roberto Herrero son los eternos: amistad, edad, amor, pérdida o muerte y los aborda con autenticidad, expresando debilidades y dudas propias. En cuanto a su modo de componerlos, el autor expresó su poética en la presentación donostiarra de esta última obra suya:
«Para mí no tiene valor la ocurrencia. El aforismo es un género lleno de trampas: practico el humor, pero si te descuidas vas camino del chiste (…) Jugar con las palabras es una de las bases, pero los juegos de palabras solos no te llevan a nada.»
Esta manera concisa de señalar y vislumbrar de los mejores aforistas del presente, que aúnan ingenio y humanidad, me ha llevado a convertirlos en ocasiones en una suerte de juego que propongo a veces a los comensales tras un almuerzo: abrir por turno una página cualquiera y leer alguno de los que aparecen, buscando lo que a ese lector le atañe en esas pocas palabras, como si estuviéramos ante una echada de cartas adivinatorias.
En este segundo libro de aforismos Herrero profundiza en su faceta lírica y perfecciona la composición de sus imágenes hasta convertir su estilo de aforismo poético en una aportación personal al género. Aunque son dos libros hondos y brillantes, en el primero predomina el carácter social y festivo del ingenio, mientras en el segundo, aunque también variado en recursos y temas, expresa de un modo más íntimo y delicado su visión algo desencantada, pero comprensiva y agradecida, de nuestro tiempo.
Sólo puedo proponer la lectura de estas piezas y conservarlas cerca, en la mesita de noche. Pero en esta tarea gozosa de valorar y recomendar un libro admirado me pone sin embargo el autor una piedrecita en el zapato:
Me da que algunos escritores no tienen amigos sinceros. Eso me hace sospechar de los míos.
¿Cómo desmentir esto? Pues quizá con otro de sus aforismos:
En los aviones de papel los niños viajan gratis.
Y nosotros también. En lecturas y relecturas.
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